Por: Fernando Cárdenas E.
“La estupidez es un mal peor que la maldad misma”. Esta frase sintetiza la teoría de Dietrich Bonhoeffer, un conocido teólogo alemán y agente de la resistencia anti-Nazi. En un artículo reciente de 2024 en un journal que no tiene nada que ver con temas empresariales o de desarrollo económico, el Review of Ecumenical Studies, Ilie Răpcianu, analiza el impacto sociopolítico de la teoría de la estupidez de Bonhoeffer. Yo en este artículo pretendo explicar las conclusiones de Răpcianu y dar mi opinión sobre los impactos que esta teoría puede tener sobre el desarrollo económico y empresarial en nuestros países en vía de desarrollo.
El mayor mal que la sociedad debe enfrentar es la estupidez. ¿Qué es? ¿cuál es su conexión con el mal político (o radical)? ¿con el desarrollo económico y empresarial? ¿cómo podemos detener sus desastrosas consecuencias?
EL CONCEPTO DE ESTUPIDEZ DE BONHOEFFER
Según Bonhoeffer, la estupidez no es la falta de inteligencia, sino un defecto moral y social más profundo. Es una indiferencia deliberada hacia el pensamiento crítico, y la incapacidad o negativa de aprender de la experiencia, que conduce a la toma de decisiones irracionales. Implica renunciar a la autonomía y a las facultades críticas, especialmente bajo la influencia del poder o de la dinámica de grupo.
La estupidez en este sentido es particularmente peligrosa porque vuelve a los individuos inmunes a la razón, a los hechos y a los datos. Las personas estúpidas a la Bonhoeffer suelen ser manipuladas fácilmente y se convierten en herramientas para agendas dañinas sin reconocer las consecuencias de sus acciones. Por eso, la estupidez es más peligrosa que el mal mismo, ya que no se puede enfrentar ni erradicar fácilmente mediante la lógica o la argumentación.
LA ESTUPIDEZ Y EL DESARROLLO ECONOMICO
¿Cómo pueden existir regímenes políticos que producen tanto daño y cómo pueden los ciudadanos respetables aceptar tales acciones? La respuesta se resume en una sola palabra: estupidez.
Los efectos de la estupidez sobre las decisiones de los políticos y sobre sus seguidores han sido bastante estudiados y creo que todos los experimentamos a diario. No es extraño ver como los responsables de las políticas públicas adoptan medidas contradictorias o sin bases técnicas y son apoyados sin cuestionamientos por sus seguidores. El problema no es la falta de principios ideológicos, sino la docilidad de los ciudadanos, que son capaces de legitimar decisiones que van más allá de su comprensión, provocando daños irreversibles. De esta manera, la estupidez a la Bonhoeffer tiene implicaciones significativas para el desarrollo económico. Esta indiferencia deliberada hacia el pensamiento crítico y la incapacidad para aprender de la experiencia afectan profundamente los sistemas económicos y los procesos de toma de decisiones, impactando el desarrollo de varias maneras:
• Fracaso de políticas económicas basadas en ignorancia y desinformación que conducen al estancamiento y a la crisis. Decisiones mal fundamentadas que pasan por alto principios económicos fundamentales, que pueden dar lugar a políticas ineficaces o perjudiciales que afectan el crecimiento y exacerban la desigualdad.
• Estupidez colectiva en los mercados. Ejemplos históricos, como la burbuja de las puntocom y la crisis financiera de 2008, ilustran cómo la estupidez colectiva puede conducir a resultados económicos desastrosos. La creencia predominante en un crecimiento ilimitado conduce a conductas de inversión irracionales y prácticas financieras arriesgadas, que en última instancia resultan en caídas del mercado e inestabilidad económica generalizada.
• Resistencia al cambio en donde algunas gremios y organizaciones se niegan a adaptarse a la nueva información o a las circunstancias cambiantes, quedando atrapadas o abogando por prácticas obsoletas, proteccionismo y subsidios. Esta resistencia sofoca la innovación y obstaculiza la competitividad, como se observa en las industrias que no adoptan buenas prácticas de gestión y avances tecnológicos, o consiguen apoyos de los gobiernos sin fundamentos técnicos.
• Universidades, centros de pensamiento y medios de comunicación poco objetivos y alineados sin pensamiento crítico con ideologías, gremios, empresarios, o con el gobierno o con su oposición.
En general la dinámica del pensamiento colectivo en los contextos económicos suprime las opiniones disidentes y las evaluaciones críticas de las estrategias predominantes. Cuando los encargados de la toma de decisiones priorizan el consenso por encima de la evaluación crítica, corren el riesgo de tomar malas decisiones con consecuencias negativas de gran alcance para el crecimiento económico. La estupidez puede ser explotada por quienes están en el poder, lo que lleva a políticas que sirven a intereses específicos en lugar del bien común. Esta manipulación puede perpetuar las injusticias y desigualdades económicas, socavando los esfuerzos generales de desarrollo.
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO SOBRE EL DESARROLLO ECONOMICO
Los efectos a largo plazo de la estupidez en la toma de decisiones económicas pueden incluir bajas tasas de crecimiento, pobreza arraigada, degradación ambiental y malestar social. Ignorar la evidencia empírica en favor de la ideología o de ganancias a corto plazo puede conducir a problemas sistémicos que son difíciles de corregir en el tiempo.
EFECTO DE LA ESTUPIDEZ A NIVEL DE LAS EMPRESAS
• La estupidez genera resistencia a la innovación. Los emprendedores y empresarios dependen de ideas innovadoras y de la capacidad de adaptación para el éxito en el desempeño de sus negocios. La estupidez se manifiesta como una negativa a considerar nueva información o perspectivas alternativas, lo que puede obstaculizar el pensamiento creativo. Cuando los empresarios o sus equipos se aferran a creencias o prácticas obsoletas, o a prácticas que están de moda y todos implementan sin ningún tipo de base o de cuestionamiento, pueden perder oportunidades de crecimiento, productividad e innovación.
• El pensamiento colectivo en entornos empresariales puede sofocar las ideas diferentes, su diversidad y los debates críticos. La teoría de Bonhoeffer destaca cómo la estupidez colectiva puede conducir a una mala toma de decisiones, ya que los miembros del equipo pueden priorizar el consenso sobre la evaluación crítica. Esta dinámica puede impedir la exploración de soluciones no convencionales que son vitales para el éxito empresarial.
• Los empresarios y emprendedores deben desenvolverse en un entorno en el que la desinformación y la ignorancia pueden ser comunes. La estupidez puede ser explotada por los competidores o las fuerzas del mercado, lo que lleva a estrategias comerciales o inversiones equivocadas.
• Bonhoeffer señala que la estupidez a menudo acompaña al poder, lo que lleva a las personas a renunciar a sus facultades críticas cuando alcanzan roles de liderazgo. En el ámbito empresarial, esto significa que los fundadores o líderes que obtienen poder pueden volverse menos abiertos a la retroalimentación y más resistentes al cambio, creando incentivos para promover y desarrollar a las personas que piensen como ellos, poniendo en peligro el futuro de las empresas.
• Las decisiones mal informadas impulsadas por la ignorancia pueden llevar a reveses significativos para las empresas. Cuando los líderes empresariales basan sus estrategias en conceptos erróneos o ignoran la evidencia empírica, corren el riesgo de implementar políticas que podrían dañar el crecimiento y la sostenibilidad de sus empresas.
• Una cultura que tolera la estupidez también puede fomentar una aversión al fracaso, que es esencial para el aprendizaje y el crecimiento empresarial. El miedo a cometer errores puede disuadir a los empresarios de asumir los riesgos necesarios, lo que en última instancia sofoca la innovación y el progreso.
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO SOBRE EL DESEMPEÑO EMPRESARIAL
Los efectos a largo plazo de permitir que la estupidez influya en las decisiones empresariales pueden incluir el estancamiento y el fracaso. Como sugiere Bonhoeffer, las consecuencias de la ignorancia colectiva son nefastas; las empresas que no se adaptan debido a una estupidez arraigada pueden tener dificultades para sobrevivir en mercados competitivos.
¿HAY ALGUNA FORMA DE EVITARLA?
La estupidez, como el mal, no puede ser eterno e, implícitamente, infinito. Seguramente hay una salida, una ventana a través de la cual puede entrar el feliz amanecer de un mundo educado. La estupidez sólo puede detenerse mediante la liberación interior, mediante la decisión individual de cuestionar y analizar con base en la evidencia.
Bonhoeffer ofrece dos componentes sustanciales para encontrar la manera de limitar e incluso detener la estupidez:
El primer componente es la decisión individual de liberación individual. La decisión de pensar de forma critica, cuestionar el entender colectivo y basar las decisiones en datos y en la evidencia.
Sin embargo, este acto de liberación interior debe ser precedido por un acto de liberación exterior, el segundo componente. Este acto exterior es apoyado e implementado sólo por quienes toman las decisiones políticas, quienes deben desear la sabiduría interior y la independencia de los ciudadanos más que su estupidez. Eso implica que los tomadores de decisiones políticas o empresariales deben desear la independencia y la sabiduría de la población o de sus empleados. Lo que significa que solamente lideres políticos o empresariales que asuman los principios de libertad, cumplimiento de los derechos, independencia y valor de la verdad pueden realmente apoyar la liberación individual de la estupidez.
CONCLUSIONES
Los individuos no son tan estúpidos como los grupos que se reúnen y forman un colectivo. La estupidez es un problema social. Un gran defecto de la gente estúpida, que afecta a toda la comunidad, es que son fácilmente manipulables, son dóciles ante un poder político o económico tiránico, ante un dictador o un jefe que legitima su propio poder a través de la estupidez de los ciudadanos o de sus empleados. Esto es cierto a nivel de los estados, pero también es posible a nivel de la sociedad empresarial y dentro de cada una de las empresas. La única solución es tener mejores lideres que valoren la independencia de pensamiento y mejores ciudadanos y empleados que cuestionen con argumentos los direccionamientos de estos lideres.