lunes, 11 de marzo de 2019

PROMOVER QUE MUCHAS PERSONAS SE VUELVAN EMPRENDEDORES ES UNA MALA POLITICA


Por: Fernando Cárdenas E.

En los últimos años hemos visto un gran auge en las políticas públicas de los países en vía de desarrollo relacionadas con la promoción del emprendimiento. Sin profundizar demasiado, muchos gobiernos y entidades que fijan política pública, creen ciegamente en el mito de que los emprendimientos son la solución mágica a los problemas de crecimiento y desarrollo de las economías emergentes. Creen que estos son la fuente ineludible de innovación, productividad y generación de empleo. Como consecuencia de esto ponen en práctica políticas de promoción, subsidios, beneficios y créditos destinados a la creación de nuevas empresas. Sin embargo, Scott Shane, reconocido profesor e investigador en temas de emprendimiento, muestra como la creencia popular de que promover el emprendimiento y estimular más y más personas para que creen nuevas empresas es una mala decisión de política pública. Esto no ayuda a mejorar el crecimiento económico, ni garantiza la generación de mucho empleo. ¿Por qué promover el emprendimiento y la creación de empresas no es la panacea que creemos para la generación de empleo y el crecimiento económico?

Esta posición de Shane puede parecer ilógica y contraria a las creencias populares. Al fin y al cabo hay muchas compañías que hoy son grandes, que fueron emprendimientos hace algunos pocos años, que tienen un gran impacto en la generación de empleo y contribuyen de forma importante al desarrollo económico. Sin embargo, para que la generación de nuevas empresas contribuya positivamente al crecimiento económico, estas empresas tienen que ser más productivas que las existentes en la economía. El problema es que en la mayoría de los casos esto no es verdad. Varios estudios muestran que la productividad de las empresas incrementa con la edad. Esto significa que desde el punto de vista del crecimiento económico seria mejor crecer las firmas existentes que crear empresas nuevas. De hecho, investigaciones de varios economistas, entre ellos Noorderhaven, muestran como a medida que los países aumentan su ingreso per capita, la tasa de creación de nuevas empresas disminuye en lugar de aumentar, las empresas en promedio son de mayor tamaño y los salarios tienden a crecer. También está claro que la estructura empresarial cambia a medida que los países se desarrollan pasando de la agricultura a la manufactura y después a servicios intensivos en conocimiento.

Hay gran evidencia que muestra que en aquellas economías en las que los gobiernos intervienen para promover activamente la creación de nuevas empresas y estimulan artificialmente la entrada de empresas en industrias con bajas barreras de entrada, hay altas tasas de mortalidad y el impacto sobre el crecimiento y el desarrollo no es el deseado. Según Shane, el emprendedor típico es muy malo a la hora de seleccionar las industrias y termina escogiendo aquellas en las que es más fácil entrar y no las que tienen alto potencial de creación y captura de valor. Es por esto que las tasas de mortalidad de las empresas en países en desarrollo con grandes incentivos al emprendimiento son mayores. Por otra parte, las personas que mejor responden a los incentivos al emprendimiento y crean nuevas compañías, no son los mejores emprendedores. Normalmente la mayor respuesta a los incentivos al emprendimiento viene de personas desempleadas o muy jóvenes con bajo costo de oportunidad y estos generalmente no son los mejores emprendedores.

Shane afirma que los trabajos generados por las nuevas empresas tienen una menor probabilidad de existir en el mediano plazo. Un estudio realizado por Zoltan y Armington muestra por ejemplo que la probabilidad de que los empleados generados por nuevas empresas de servicios en Estados Unidos se mantengan después de 4 años es 13% menor que para los empleos generados en las mismas empresas existentes. Para el caso de manufactura esta cifra es de 20%. 

¿Cual es entonces la política pública adecuada?
Si claramente no es adecuado promover el emprendimiento masivamente, ni generar muchas nuevas empresas, cual es entonces la política adecuada?  La respuesta según Shane es clara. Deberíamos dejar de subsidiar la creación de empresas típicas y concentrar los esfuerzos en un subconjunto de empresas con alto potencial de crecimiento. El crecimiento económico y la generación de empleo no es un problema masivo ni alto numero de empresas. Es un problema de calidad de los emprendimientos y de su potencial de crecimiento.  Un porcentaje muy pequeño de las empresas que se crean son las que contribuyen al crecimiento y al empleo. Según la asociación de capital de riesgo de Estado Unidos, los fondos de capital de riesgo invirtieron entre 1970 y 2003 en un promedio de 820 empresas por año de más de 2 millones de empresas que se crean. Es decir en un 0.041% de las empresas creadas por año. Según esta misma asociación las empresas financiadas por los fondos de capital de riesgo empleaban en 2003, 10 millones de personas, equivalentes a casi el 10% de la fuerza de trabajo privada. Estas empresas generaron ventas en ese mismo año por $1.8 trillones de dólares, cerca del 10% de todas las ventas de todos los negocios en Estados Unidos. Según los profesores de Harvard e investigadores del tema de capital privado Gompers y Lerner, el 20% de todas las compañías listadas en bolsa en Estados Unidos son empresas que fueron financiadas por la industria de capital de riesgo.  Parece claro entonces que el 0.041% de las empresas creadas, estas empresas seleccionadas por los gestores de capital de riesgo, generan mejores resultados en crecimiento económico y en generación de empleo.  
CONCLUSIONES
En lugar de ingenuamente creer que promover y subsidiar el emprendimiento en grandes volúmenes es la solución para crecer y desarrollar nuestros países, deberíamos reconocer que solo unas selectas empresas son las que tienen este impacto. Los gobiernos y las entidades que dictan política publica deberían dejar de gastar recursos para promover masivamente el emprendimiento y concentrarse en los emprendimientos y emprendedores de alto potencial de crecimiento y en desarrollar la industria de capital de riesgo. Menos marketing y publicidad que motive a emprendedores típicos y mas gestión concentrada en emprendimientos con alto potencial de innovación y de crecimiento. Pero ojo, la innovación no es sinónimo de tecnología. Ni el alto crecimiento significa olvidar los negocios adecuados para resolver los problemas de nuestros países. Se trata de apoyar buenos emprendedores, capacitados y con emprendimientos preparados para crecer con base en ventajas competitivas claras y sostenibles. No podemos olvidar tampoco las inversiones necesarias para crecer las empresas existentes, aquellas que tienen también alto potencial de crecimiento con base en innovación y productividad. Menos vallas, eventos y marketing, menos subsidios a emprendimientos típicos, más recursos de inversión enfocados a los mejores emprendimientos y emprendedores, y al desarrollo de la industria de capital de riesgo. Mucho menos popular pero claramente más efectivo.